lunes, 23 de noviembre de 2020

 Solitarias


Mira cómo se mueven, ahora es un ave, ahora un conejo, algunos dicen que puede ser un lobo, se vuelven techo cuando llueve. Bajan hasta mi cara, me acarician cuando no hay nadie, me permiten juguetear un rato con ellas… y luego, se cansan y se esconden tras una tela de gamuza. El frío las enloquece, se vuelven temblorosas y cianóticas. Cuantos viajes habrán recorrido sin mi presencia, después de cubrirlas con la crema olor a coco que les encanta, se sienten bellas y descansan tranquilas. A veces me piden sentir algo diferente, y como si estuvieras ahí, recordándote, se emparejan, se enganchan, pero no es igual. Otras veces las miro vacías, y siento pena por ellas, entonces coloco en la derecha el anillo de la abuela. Ellas me lo agradecen, lo sé, están hartas de mi soledad.


A.M.A.



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